A veces avanzamos tan a
prisa que olvidamos que la vida es un instante. Nos levantamos y encendemos el
piloto automático y consumimos horas como autómatas, sin apreciar nada,
perdiéndonos la oportunidad de vivir, dando por sentado que nos queda mucho
tiempo, dejando tantas cosas para más tarde. Estoy segura de que si se detienen
un momento y tratan de recordar cuándo fue la última vez que disfrutaron de un
atardecer, y no hablo del día en que tomaron una foto maravillosa y la
publicaron en sus redes sociales, hablo de ese momento en que se detuvieron y
se conectaron con ese instante, sin pensar en nada mas, mirando el cielo
colorearse de un degradado de tonalidades naranja, sintiendo el calor del sol,
llenos de gratitud por poder apreciar tanta majestuosidad, envueltos por un
silencio absoluto donde nada más existe, creo que a muchos les sorprendería su
respuesta.
Y así como nos cohibimos de
disfrutar de un atardecer hacemos lo mismo con tantos instantes, hemos creado
el habito de preocuparnos por cosas que jamás llegan a ocurrir y lo peor es que
no solo nos preocupamos sino que nos volvemos pregoneros de nuestro temores,
usamos nuestras redes sociales para publicitar todo tipo de información que
anuncia caos, catástrofes, carencias, muchas veces sin corroborar la veracidad
de esa información, porque lamentablemente para muchos vivir en medio de esa
zozobra se ha convertido en la única forma de vida conocida.
Pienso sinceramente que si
los seres humanos viniéramos al mundo con fecha de vencimiento viviríamos cada
día con un propósito, dejaríamos de ir por ahí atormentándonos con pensamientos
y pronósticos macabros, nos concentraríamos en disfrutar cada instante,
agradecidos por cada latido, por cada respiración, por tanta belleza que nos ha
sido obsequiada.
Algunas personas a veces me
preguntan cómo hago para mantenerme optimista, para mantenerme alejada del
caos; pues debo confesar que no siempre fue así, viví mucho tiempo dormida,
conectada a la matrix, tal como mucho de ustedes, pero vivir así solo me
mantenía agotada, deprimida, con una racha de situaciones, que según mi
apreciación de entonces, eran desafortunadas. Un día abrí los ojos y me percate
que muchas de esas cosas por las que llevaba hasta más de 20 años temiendo aun
no habían acontecido y eso despertó mi curiosidad, comencé a mirar en
retrospectiva y decidí hacer una lista de todas esas predicciones que me
aterraban y que aún no se habían cumplido… ¡Waoooo! descubrí que aun hasta tenía
miedo de que un cometa acabara con el planeta, desde los 80, cuando se genero
toda aquella campaña mediática con el cometa Halley; me percate que llevaba
gran parte de mi vida aterrada por perder a mi padre que aún vive y la lista
era realmente larga. Fue duro ver y aceptar que todas esas “situaciones desafortunadas”
las estaba creando yo desde mis miedos, yo era la única responsable de
mantenerme sumida en un martirio. En ese momento, por primera vez hoy a mi voz
interior, quien me dijo “eso es cierto, lo que quiere decir que también tienes
el poder de salir del agujero en que te encuentras”, ese día decidí quemar
aquella lista como un gesto simbólico para que mi mente entendiera que era hora
de comenzar a soltar el control, y me dije a mi misma: “mi misma si realmente
un cometa decidiera impactar contra la tierra mañana crees qué preocupándote
hoy podrás evitarlo”, la respuesta, obviamente fue un NO.
Y así empecé a bajarle
volumen a comentarios negativos, deje de reenviar y leer cadenas fatalistas, ya
evitaba la sección de sucesos de la prensa (la cual antes era mi favorita), y
comencé a ver la vida como un ejercicio de fluir y soltar, así cuando me
encuentro frente a una situación que me genera malestar o conflicto me pregunto
¿es esto algo que puedes cambiar? Si mi respuesta en “No” entonces me queda
claro que debo soltar y dejar fluir, a veces hay resistencia porque debemos
estar conscientes que muchas de esas situaciones acontecen en nuestras vidas
para reforzar nuestro sistema de creencias, pero debemos confiar en que sí es
posible, debemos enfocarnos en reconocer y respetar el derecho a SER de quienes
nos acompañan en este transitar, aceptar y reconocer que formamos parte de un
todo, totalmente conectados, lo que hacemos o damos a otros nos lo hacemos y
damos a nosotros mismos. Y recordar constantemente que la vida es un instante,
y que por no tener fecha de vencimiento no sabemos en qué momento estaremos
escribiendo nuestro epilogo, así que vive cada día desde ese ser maravilloso,
perfecto, armonioso, abundante y lleno de amor que eres, bájale volumen y
quítale brillo a todo lo que vibre distinto a la esencia de tu SER.
Todo lo que no está ocurriendo
justo ahora simplemente no existe
No hay comentarios.:
Publicar un comentario