Me sumerjo en la oscuridad de la noche,
bajo un cielo sin luceros,
sin estrellas, sin luna.
Mi corazón impulsa mis pasos
a través de un sendero que mis ojos no
vislumbran
pero mi alma ansía.
A medida que avanzo se dispersan mis temores
y mis sentidos se sumergen en un mar de
sensaciones
que los agudizan.
Y así, en medio de la nada,
en la oscuridad absoluta,
seducida por el silencio vuelvo a
sentirme viva.
Mi alma evoca mi esencia más primitiva,
germinando en mi interior delicadas
semillas
que se encontraban dormidas.
Mi corazón resplandece… La oscuridad se disipa.