En una pequeña aldea, ubicada a orillas de un bosque mágico,
vivían un grupo de jóvenes guerreros que habían olvidado por completo los dones
que les fueron obsequiados por el universo.
Estos
guerreros parecían no encontrarle sentido a la vida, con sólo mirarlos podía
percibirse un halo de tristeza, era como si la energía de su aura hubiese
comenzado a apagarse, como si la alegría, cual ave en invierno, hubiese
emigrado de sus corazones.
Pero un día,
llego a la aldea una mujer llamada Atenea, quien comenzó a decir a todos los
habitantes que en lo más profundo del bosque mágico existía una gran Chamana, poseedora de una sabiduría
ancestral, conocedora de los ciclos de la vida, un espíritu de luz, un ser
mágico, con una mirada penetrante y una voz de terciopelo que acaricia el alma.
Una mujer
capaz de enseñarte a sanar cualquier herida, una mujer que logra enfrentarte
con tus peores temores, que con su sabiduría te guía y te ofrece recursos para
que salgas victorioso de las batallas más peligrosas a las que puede
enfrentarse el ser humano, esas batallas que tienen lugar en lo más profundo de
tu ser.
Los jóvenes
guerreros empiezan a escuchar todos esos comentarios hechos por Atenea y
comienzan a sentir que en sus corazones vuelve a brillar un poco de esperanza,
se preguntan a sí mismos si será verdad todo lo que dicen, si realmente existe
esa mujer tan sabia y si podrá ayudarlos a reencontrarse con esa parte de
ellos, que aunque no pueden recordar, sienten que les hace falta.
Así cada uno
de ellos, por separado, acuden a Atenea y le piden que les indique como pueden
contactar con ese ser mágico del que ella tanto habla. Atenea les indica que el
camino no es fácil, que al adentrarse en el bosque mágico su determinación será
puesta a prueba y que probablemente no todos lo lograran, que el camino hacia
la Chamana es un camino duro, en el
que nuestro peor enemigo podrá llegar a ser nosotros mismos.
Al oír esto algunos guerreros
desanimados deciden no emprender la búsqueda; pero otro grupo conformado por
Artemisa, Kasandra, Urano, Ágata, Freya, Dana y Electra, deciden unirse para
adentrarse en lo más profundo del bosque mágico en busca de la Chamana.
Al llegar a
la entrada del bosque lo primero que ven es un letrero que cuelga de un árbol,
donde se lee la siguiente inscripción:
«Si no sabes lo que quieres ¿Cómo vas a
saber dónde buscar?»
Los jóvenes
se miraron unos a otros y confundidos, por primera vez en mucho tiempo,
comenzaron a preguntarse a sí mismos ¿qué era lo que realmente querían?; ¿qué
era eso que los movía a abandonar su comodidad para emprender ese viaje hacia
lo desconocido?... Y esperando encontrar respuesta a esas interrogantes se
adentraron en el bosque.
Agotados
luego de haber caminado un día entero, deciden parar y buscar un lugar para
acampar y descansar. Artemisa, haciendo gala de su arte preparo para los
guerreros un festín digno de los Dioses, pareciera que las mismas hadas se
hicieron presentes para ayudarla a crear los manjares más exquisitos del mundo.
A la mañana
siguiente los guerreros despertaron con el alba, decididos a emprender la
búsqueda nuevamente.
Freya
comienza a dudar de que realmente exista ese ser mágico y empieza a aflorar en
ella un miedo que la hace cuestionarse, ensimismada y totalmente taciturna se
aísla del grupo sumergiéndose en un mar de pensamientos y recuerdos que la
llevan a divagar entre la ira y el desconsuelo.
Mientras
tanto, el resto del grupo no logra ponerse de acuerdo sobre qué rumbo tomar,
Artemisa, Urano y Ágata insisten en que era preferible quedarse en casa. Dana
iracunda les grita a todo pulmón que hagan lo que quieran, total da igual estar
o no estar, parar o continuar.
Electra interviene y señala a una
mujer que se acerca a través del bosque, Kasandra se acerca, la mujer dice
llamarse Armonía, todo el grupo se acerca a conocerla.
Armonía
haciendo honor a su nombre transmite serenidad, su voz es suave y melodiosa, se
asemeja al trinar de los pájaros. Ella le asegura a los guerreros que la
Chamana si existe, que ella ya ha tenido el honor de conocerla y de recibir su
ayuda, que la razón por la que se encuentra en el bosque es porque está en su
búsqueda nuevamente, porque la majestuosidad de la Chamana es tal, que una vez que la conoces no te puedes alejar.
Kasandra y
Dana preguntan al unísono: ¿Dónde exactamente podemos encontrarla?
Armonía
respondió: sólo cuando logren descifrar lo que su corazón busca la podrán
encontrar… Y así sin más volvió a desaparecer en el bosque.
Los jóvenes
guerreros se sentaron alejados unos de otros, en completo silencio, por segunda
vez desde que emprendieron la búsqueda comenzaron a pensar que era eso que su
corazón añoraba.
Kasandra,
quien vivía sumergida en el mar de la ambición, empezó a darse cuenta que a su
corazón le faltaba esa magia indescriptible que la hiciera vibrar, esa pasión
que sólo enciende el fuego del amor, ese amor puro que nace en lo más profundo
del ser, y sintió que por sus mejillas, como perlas, se deslizaban las lagrimas;
aunque hasta ahora muchas lagrimas había derramado podía sentir que este llanto
era distinto, cada gota que brotaba de sus ojos parecía venir de lo más
profundo de su alma.
Por su lado
Electra lucha con sus propios demonios, sintiéndose indigna de disfrutar del
amor más puro que pueda existir en el planeta, sin darse cuenta que cada
palabra dicha y cada pensamiento han sido necesarios, como necesario es aceptar
sin reproches; errar, aunque cueste creer, es lo que nos hace ser humanos.
Ágata, oculta bajo una falsa
serenidad, se atormenta pensando qué necesita hacer para como un pájaro poder
volar.
Urano y
Artemisa, siempre muy cercanos, se lamentan juntos cual víctimas de un
depredador salvaje; aunque en el fondo saben que pueden sus corazones liberar, siguen
eligiendo vivir como esclavos.
Dana, se
refugia en su coraza con la creencia de que nada necesita y está protegida de
cualquier daño externo, sin darse cuenta de que lo que realmente lastima ya
está dentro.
Al fin el
sueño llega… los guerreros, caen rendidos en medio de la incertidumbre y el
miedo que les produce lo que han descubierto. A la mañana siguiente un olor a
flores les despierta, al abrir los ojos encuentran ante ellos a una mujer que
irradia una gran belleza, esa belleza que viene del alma y que hechiza con solo
mirarla.
La Chamana con voz de ángel los saluda y les
dice, el mejor regalo que les puedo dar dentro de ustedes mismos lo podrán
encontrar. Solo puedo señalarles lo siguiente:
Artemisa: si
ya sabes lo que quieres y lo que te apasiona solo tienes que aferrarte a ello.
Si lo que has hecho hasta ahora no te hace feliz es porque insistes en tus
deseos reprimir.
Urano:
cuando la comodidad nos mantiene aferrados a alguien o algo es imposible que
suceda un cambio.
Ágata: a
veces creemos que el mundo no puede vivir sin uno y nos negamos a ver que es
uno quien no quiere vivir sin el mundo.
Freya:
frente a un espejo podrás ver a una gran mujer, llena de dones y creatividad
que solo ella se resiste a aceptar. Abre tus brazos y abraza a esa maravillosa
mujer que la vida ha esculpido tan perfectamente.
Kasandra: esos defectos que insistes
en ver solo el amor los puede desvanecer. Decir “NO” es necesario, cuando es la
única forma de mantenernos a salvo.
Dana: si un
recipiente está lleno es imposible que entre algo nuevo. La casa has de limpiar
si a la alegría quieres dejar entrar. Saca todo lo que no es útil y date el
permiso de renovar.
Y a ti
Electra, debes tener presente que lo que no expresamos nos resiente. Para con
la culpa poder luchar lo primordial es aceptar. Mientras las emociones
enmascaramos la cura no la encontramos.
A todos
jamás olviden que son seres únicos e irrepetibles, que el amor los acompañe,
aquí estaré siempre para guiarles. Dicho esto la Chamana desapareció entre la niebla del bosque.
Los jóvenes
guerreros regresaron a la aldea, con las ideas en orden y un aura renovada,
decidieron poner en práctica los sabios consejos de la Chamana… Al cabo de unos meses los cambios ya afloraban:
Artemisa
feliz estaba y con su arte el paladar de los habitantes deleitaba, disfrutaba
la libertad que brinda hacer lo que amas.
Urano seguro
de sí mismo, lleno de salud y libre al fin, disfrutaba todo lo que la vida le
obsequiaba.
Ágata
radiante, sin rencor ni miedos, se dedica a ayudar a otros a alcanzar sus
sueños.
Freya emprendedora
y segura, su prosperidad asegura. Ahora se permite brillar, perdonar y amar.
Kasandra al
fin sin reproches se puede mirar y ahora está libre para a otros amar.
Dana se encuentra renovada y llena de
frescura. Recibir un abrazo ya no es una tortura. Ahora ligera de carga
disfruta del placer de estar viva.
Electra ha
aceptado lo que su alma ahogaba, al perdonarse su corazón ha liberado. Ya libre
de culpa disfruta a plenitud del maravilloso regalo que arrullan sus brazos.
En todos
existe un sentimiento colectivo que es el agradecimiento a ese ser divino,
regalo de Dios para quien se siente perdido. Gracias Chamana por todo lo aprendido.
-Fin-