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Hace unos
días, alguien publicó en un grupo de whatsapp una serie de reglas que debemos
inculcarles a nuestros niños, las mismas parecían propias de un campo de
concentración nazi, una programación siniestra destinada a anular la
creatividad, espontaneidad, seguridad y autoestima de un niño. Mi respuesta
inmediata fue: “waooo… Ya sabemos por qué
tantos problemas de conducta, de rendimiento escolar, depresión, frustración y
agresividad en nuestros niños. Y, cuándo los enseñamos a ser felices, a manejar
y expresar sus emociones, a respetarse, valorarse y amarse a sí mismos”.
Lo cierto es,
que ese sistema de crianza no deja de rondar mi cabeza desde entonces. Porque si
bien es cierto que cada día tenemos niños más inteligentes y evolucionados,
también lo es que en lugar de potenciarlos estamos día a día volviéndonos más
controladores y sobreprotectores. Padres, abuelos, maestros, nos hemos
convertido en los grandes limitadores del potencial de nuestros niños. He visto
con preocupación, a maestros de preescolar, borrarle los dibujos a un niño porque
no cumple con su idea preestablecida de lo que debe ser una casa. Si Da Vinci y
Picasso hubiesen tenido maestros así, estoy segura de que no existirían obras
como La Scapigliata, La Ultima Cena, La
Dama del Armiño, La Mona Lisa, El Sueño, La Lección, La Señoritas de Avignon,
etc.
Es nuestro
deber y obligación crear un entorno adecuado para que nuestros niños puedan
desarrollar al máximo su potencial, descubrir sus dones y expresarse con
confianza y seguridad. En lugar de prohibirles que rayen las paredes creémosle
un espacio, un muro donde puedan pintar y expresar su creatividad; enseñémosle
a respetarse a sí mismos; a manejar y expresar sus emociones, nuestros niños
tienen derecho a experimentar emociones negativas como: rabia, miedo,
inseguridad, tristeza, ansiedad, y es nuestro deber como adultos, enseñarles
a expresar y liberar esas emociones para
que no dejen huellas negativas en su alma.
Si nota que
su hijo está molesto, tiene un ataque de ira, en lugar de reprimirlo mantenga la calma, e incítelo a golpear
un cojín hasta que note que cambia su estado de ánimo, con esta forma de
catarsis el niño se liberará de la rabia, una vez que se haya calmado hable con
él y averigüe que detonó esa emoción y explíquele que cuando vuelva a sentirse
así, en lugar de explotar, puede comunicarle lo que le molesta que usted
siempre estará dispuesto a escucharlo y a ayudarlo.
Si está asustado
o con ataque de pánico, apóyelo, nunca lo ridiculices, explícale que es normal
sentir miedo en ciertas situaciones, pero jamás debes permitir que se sienta
mal o avergonzado por el hecho de tener miedo. Analiza con él la situación y
proporciónale estrategias que puedan ayudarle a vencer sus miedos. Pueden hacer
juntos una lista con cosas que le recuerden por qué está fuera de peligro,
porque puede sentirse a salvo.
Otra de las
emociones que pueden experimentar nuestros niños es la tristeza, y es quizás
una de las más difíciles de identificar, ya que a veces la enmascaran y expresan
de manera agresiva mediante golpes o empujones. Lo más importante, es que el
niño aprenda que a pesar de que no nos guste sentirnos así, la tristeza es una
emoción normal. Y todos, en algún momento, padecemos este sentimiento. Para que
el niño alcance este nivel de comprensión es importante que usted no oculte su
tristeza, si se siente triste explíquele a su hijo de forma sencilla, sin
dramas, sin victimizarse, ni brindarle información inapropiada, el motivo de su
tristeza, así les estará brindando a través de su ejemplo una experiencia para
cuando sea él quien se sienta así. Es importante que se sienta escuchado, evite
cuando hable con él las interrupciones, trate de hacerlo en un lugar tranquilo.
Cuando lo vea calmado, puede abrazarlo durante varios segundos, de esta manera
estará reforzando su seguridad y autoestima. Al igual que con el miedo, puede
servir de mucha ayuda, que elaboren juntos una lista de todas las cosas buenas
por las que se sienten agradecidos, esto le ayudará a combatir su pesimismo.
En cuanto al
manejo de la inseguridad y ansiedad en los niños, es importante que nos
convirtamos en sus motivadores personales, debemos recordarles a diario que son
seres únicos, que cuentan con todas las habilidades y destrezas para realizar
cualquier tarea que emprendan. Cuando los vean dudar, pídanles que les hablen
de lo que sienten, tratando siempre de indagar el por qué de esas emociones. Eviten
compararles con otros, enjuiciarlos y ridiculizarlos.
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Seamos
congruentes, si realmente queremos que nuestros hijos sean felices y exitosos, fortifiquemos
su autoestima, brindémosles herramientas que les permitan afrontar las
circunstancias de la vida, pero nunca le impongamos la forma en que deben
vivirla. Hagámonos responsables de las decisiones que tomamos en nuestras vidas, si abandonamos nuestros sueños es
nuestra responsabilidad, pero no podemos aspirar traer hijos al mundo para que
hagan por nosotros lo que decidimos no hacer nosotros mismos. Démosle nuestro
permiso y nuestra bendición para que lo hagan distinto, que escriban su propia
historia, descubran sus dones y los pongan al servicio de mundo. Que se sientan
libres de ser lo que quieren ser, de experimentar la vida, con la seguridad de
que siempre vamos a amarlos.
Que lindo. Ojala y todos los padres fueran así. A veces siento que los mios me exigen mucho
ResponderBorrar¡Hola!... Lo primero que debes tener presente es que nuestros padres siempre nos aman, aunque a veces sintamos lo contrario, siempre quieren lo mejor para nosotros. Intenta hablar con ellos, comunicarles como te sientes, si se te hace muy difícil decírselo puedes escribirles una carta.
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